El primer y gran
problema que se encuentra un alumno que precisa silla de ruedas es el acceso al
propio centro como a sus instalaciones, los bordillos, peldaños o escaleras se
convierten en auténticos muros infranqueables. Luego para favorecer estos accesos
se ha de contar con rampas y ascensores. De carecer de ascensor se tendrá que
prever que el aula donde se integre el alumno esté situada en planta baja.
Una vez el alumno se
puede trasladar libremente por el centro, hay que plantearse si requiere algún
tipo de adaptación curricular en base a sus necesidades motrices,
afectivo-sociales o cognitivas.
El área de Educación
Física, que es la que nos afecta, se convierte en un instrumento idóneo para
tratar estas necesidades, especialmente las de tipo motriz, en base a compensar
las partes de su cuerpo que no están afectadas, el tratamiento de las zonas
corporales afectadas sería una labor que correspondería a un personal
especializado, como es el caso de un fisioterapeuta.
Los ámbitos afectivos y
sociales deben ser trabajados paralelamente, de lo contrario el alumno se
sentirá aislado, puesto que el resto de los alumnos de forma inconsciente
tienden a olvidarlo.
En tanto y cuanto el
movimiento se produce gracias a procesos cognitivos, este aspecto del
desarrollo se verá igualmente beneficiado.
A la hora de programar
nuestras sesiones en un aula en donde se encuentra un alumno con parálisis
cerebral se nos plantean varias cuestiones:
-
¿Cómo voy a integrar al alumno si todas
las actividades en las que se encuentren implicadas las piernas se verán
afectadas?
-
¿Tengo que adaptar todas las actividades
que he planeado para los demás a sus posibilidades?
-
¿Y el resto de la clase? ¿Tengo que
limitar el desarrollo del currículo de los demás en función de lo que sea capaz
de realizar el alumno con NEE?
Realmente resulta
problemático. Entonces, ¿qué puedo hacer?
La normativa está clara,
atenderlos a todos (atención a la diversidad). Darle a cada uno lo que requiere
o precisa. Eso no es nada fácil llevarlo a la práctica, los docentes lo
sabemos. Pero la dificultad no nos puede llevar a ignorar el problema o a
realizar una falsa inclusión.
Hemos de recordar que en
nuestra área trabajamos principalmente el juego y a través de él, el niño se
educa (Piaget). En el momento en que excluimos a un alumno del juego o de otros
contenidos de la Ecuación Física se le está negando una fuente de relación y de
formación. Si actuamos así no reconocemos el valor educativo de nuestra área y
le negamos al niño la posibilidad de conocer su cuerpo y sus posibilidades de
movimiento, entre otros objetivos. Además, hemos de tener en cuenta el papel de
la Educación Física en la promoción de la salud y la mejora de la calidad de
vida, y en estos niños este aspecto suele ser crucial.
Por tanto la inclusión
de los alumnos con NEE en la sesión de E. F. debe tender a englobar en todas
las actividades posibles a todos los individuos, facilitando su participación
activa, efectiva y real. Este es nuestro gran reto como educadores.
Ciertamente para
propiciar una adecuada integración de los alumnos con necesidades educativas
especiales, dada la diversidad de tipologías que nos podemos encontrar,
requiere una alta preparación. Preparación que no se nos ha facilitado en
nuestra formación universitaria ni en la formación continua.
Por tanto, esta
preparación debe ser en muchos casos de forma autodidacta, es decir, debe
partir de nuestra propia iniciativa. Esta iniciativa nos lleva a experimentar,
a investigar en la acción, no cabe duda que a equivocarnos, pero únicamente de
esa forma iremos progresando, acumulando experiencia.
En la búsqueda de
información topamos con autores que nos dan pistas para guiar nuestra
intervención docente, ese es el caso de Cumellas Riera (2000) quien nos habla
de la necesidad de sensibilizar al resto de los alumnos con el fin de que
puedan valorar las posibilidades y limitaciones del compañero que presenta una
atención especial. Esta fase de sensibilización también se sustenta en hacer
del alumno con deficiencia el principal protagonista de la clase. Esta autora
también nos aporta estrategias de comunicación, seguridad y de adaptación de
las actividades.
Desde un punto de vista
más práctico López González (1997) nos aporta sesiones prácticas con juegos y
actividades físicas en las que los alumnos con discapacidad motora pueden
integrarse en nuestra área.
Desde esa experiencia y
desde los conocimientos adquiridos a través de una formación autodidáctica
realizo las siguientes propuestas de actividades físicas y juegos con las
adaptaciones correspondientes para que pueda participar de forma efectiva un
alumno con paraplejia. Para ello planteo dichas actividades en función de la
estructura de la sesión.
Pero antes de
desarrollarlas hemos de tener en cuenta una serie de estrategias generales:
Ø El
juego es el medio más fácil de integrar a un alumno con esta discapacidad
motora, y de forma más efectiva a través de juegos cooperativos. Los juegos de
competitivos y de iniciación deportiva marcan más la diferencia con los demás,
es decir es más complicado realizar propuestas de integración o de adaptación.
Ø Cuando
más haya que utilizar las piernas igualmente se marcan más las diferencias con
los demás. Si jugamos en el suelo se igualan nuestras posibilidades.
Ø Los
materiales que se utilicen con estos alumnos deben estar adaptados,
prácticamente en la misma medida que con cualquier otro niño en edad escolar.
El uso de material multifuncional o polivalente facilita la actividad de todos
los alumnos.
Ø Se
favorece la integración afectivo-social si el alumno participa en el mayor
número de actividades que se le presentan al resto de los niños de la clase,
pero también hemos de ser conscientes de que no siempre es posible, o al menos
que a nosotros no se nos ocurren otras alternativas.
Ø Los
apoyos manuales se hacen indispensables en muchas ocasiones, a veces hemos de
sujetar al niño para que éste pueda realizar determinados movimientos.
Ø En
muchas ocasiones lo fundamental es que el alumno perciba sensaciones,
especialmente las de carácter propioceptivo porque son las que menos suelen
desarrollar debido a su inmovilidad.
Ø Hemos
de adaptar las reglas de los juegos para favorecer la integración, delimitar
espacios, adaptar materiales, reducir número de participantes,…
Ø A
la hora de organizar agrupamientos, para favorecer el aprendizaje podremos
utilizar estrategias de igualación (crear un déficit en el otro equipo) o por
compensación (en el equipo del déficit hay más o menos jugadores, al alumn@ con
NEE se le da ventaja).
Ø En
algunos momentos el alumno deberá realizar una actividad paralela porque es muy
complicado integrarlo con los demás, especialmente en aquellas que requiera uso
de las piernas, como por ejemplo saltar.
Ø Se
ha de prever distintas posibilidades de desplazamiento del alumno: en la silla
de ruedas, con el andador, ayudado por el profesor, con su propio cuerpo en el
suelo protegido con colchonetas.
Todo
lo apuntado anteriormente será efectivo siempre y cuando el alumno con
deficiencia venga a nuestra clase motivado y con ganas de participar y mejorar.
Esa predisposición no está presente siempre.